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domingo, 25 de noviembre de 2012

Soñando con el pasado.


Hay miradas que si tienes la suerte de verlas alguna vez en la vida es muy difícil sacarlas de tu cabeza y, por muchos años que pasen, seguirán tatuadas a fuego en tu cerebro. Esta mañana temprano, me ha ocurrido algo increíble en el autobús. Nada mas subir he visto, sentada al fondo, a una chica alta y rubia vestida con un abrigo negro debajo del cual se veía un vestido de un hermoso color rojo a juego con la bufanda que le asomaba por el escote. La he visto estirar el brazo para pulsar el timbre y bajar en la siguiente parada. Me ha parecido que vestía demasiado elegante para esa temprana hora de la mañana y he supuesto que venía de alguna fiesta tardía. Su aspecto destacaba mucho entre todos los demás viajeros: dos estudiantes haciendo manitas, 4 trabajadores con su mono azul absortos en sus periódicos gratuitos, tres señoras mayores que dormitaban en sus asientos y yo. He pensado que parecía una princesa perdida en medio de la ciudad, abstraída como estaba mirando por la ventanilla del autobús, perdida en no se sabe que lejanos pensamientos.

Al sentarme en la siguiente fila de asientos, no he podido evitar quedarme mirándola y ella, como si lo supiera, ha girado la cabeza antes de bajar. Me ha sonreído y me ha mirado con  una mirada muy especial. La misma que se quedó fijada en mi recuerdo en otro lugar, muchos años atrás y se que no puedo, ni podré, quitarme nunca de mi cabeza aunque quiera. Esa mirada, de nuevo, me ha vuelto a evocar todo lo que nos pasó aquel verano junto al mar... me ha llevado en volandas hacia aquella ultima tarde.

Ella había estado ejerciendo de mamá todo el día, despidiendo a los niños que se marchaban de campamento, pero entre preparar mochilas y bocadillos supo encontrar el tiempo justo para llamarme:
+ Buenas, buenas, buenas tardes. Estoy con los niños, pero no puedo dejar de acordarme de tus besos que me dejaron un nudo en el estómago. Deseo volver a abrazar tu cintura, posar mi cuerpo sobre el tuyo y con mis labios humedecidos rozar levemente tu lengua. Aún puedo notar esa dulce mano acariciando mis pechos, pequeños y erguidos. Parece ser que tus caricias les gustan a mis pezones...
Ella me conocía muy bien y sabía que no podía resistir la tentación de jugar el juego de imaginarla.
- Donde y cuando - le contesté.
+ Dame un par de horas. En casa de Julia, están fuera de vacaciones y tengo las llaves - me dijo y colgó.

Llegué un poco antes de la hora convenida al portal y la esperé sentado en un banco del jardín de enfrente. Ella llegó cinco minutos más tarde, pero estaba preciosa con su vestido rojo y el pelo alborotado. Me vio, abrió la puerta y, disimuladamente, me dejó entrar al portal. Cuarto piso. El ascensor estrecho, las miradas implacables, devorándonos con los ojos, expectantes ante la proximidad el uno del otro. Creo que nunca ese ascensor albergó tanta pasión.
Abrió la puerta de la casa de su amiga y entró primero, dejándome que la siguiera a esa nuestra última oportunidad del verano para estar juntos... y entonces el tiempo se detuvo para nosotros.
- Déjame que te quite la ropa -le digo bajito al oído - que me refugie en tu cuello como un náufrago y que vaya bajando para descubrirte a besos, como una isla inexplorada con todos sus caminos por recorrer..

Un leve movimiento. Solo tengo que usar un dedo para empujar los tirantes del vestido y la ligera tela roja cae al suelo. Me aparto un poco para disfrutar de la visión de sus hermosos pechos y los beso notando como se van erizando sus pezones. Mis manos la acarician ansiosas y disfrutan de la suavidad de su piel y de su hermoso color tostado. Puedo cogerlos enteros con mi mano y llevármelos a la boca. Creo que les gusta que les colme de besos que los muerda con delicadeza ejerciendo una suave presión con los dientes, para chuparlos lentamente después y ella mientras tanto se deja hacer apoyándose en la pared. Voy dejándome caer muy despacio, bajando a besos por su estómago, mientras me sujeta la cabeza y me acaricia el pelo. Repartiendo pequeños mordiscos aquí, algún lametón allá, ayudado por mis manos traviesas que exploran ávidas su piel.

Bajo con mucha calma, hasta llegar al minúsculo encaje gris que esconde su secreto mejor guardado. Llego hasta él y aprieto mi boca contra la tela, usando mis manos y mis dientes para salvar ese ultimo obstáculo y me sumerjo a pulmón en el deseo húmedo y urgente. Los sonidos que salen de su garganta, me indican que he encontrado un tesoro, pero dudo entre lamer o morder. Paro un instante, observo sonriendo su cara y ella respirando agitada, me coge la cabeza mirándome fijamente a los ojos y me ordena:
- Sigue cabrón!, sigue!.

Sonrío. En el fondo soy un buen chico y obedezco. Mi lengua la busca y le gusta mucho lo que encuentra. A juzgar por como inclina la cadera y baja el culo, a ella también. La forma en como me revuelve el pelo, cada vez mas rápidamente y el color que ha adquirido su clítoris, me dice que...
Un estremecimiento, se encoge. Tirones de pelo. Si, creo que ese cambio en el sabor, en su sabor... es la señal de que mis atenciones le han gustado. Entonces, sin avisar le doy la vuelta y cara a la pared inclino su espalda y, aprovechando sus humedades, la penetro por detrás.

Lo deseaba, lo puedo ver en su expresión. La facilidad con la que he entrado la delata, pero se ha querido dejar sorprender. Tiene que apoyar las manos en la pared cuando entro hasta lo mas hondo de su alma y la lleno con mi deseo excitado y duro. Empotrarla. Coger sus pechos y ocupar mis manos apreciando el suave tacto de su piel y la dureza de sus pezones. Jadea, con la boca abierta y en uno de los empujones de mis caderas suelta un pequeño grito. No dejo que se distraiga y además de llenarla por dentro, mis manos bajan por su estómago buscando de nuevo el clítoris para colmar completamente su deseo... y el mío que solo quiero hacerla disfrutar. A cada envite baja un poco mas el culo y me nota mas y mas dentro. En pocos minutos ya no esta y tiene que apoyarse bien firme en la pared para que las rodillas no la traicionen.

Maldice cuando, después de haberse corrido dos veces, todavía me nota duro dentro de ella y empieza a mover el culo, despacio. Ahora quiere tomar el mando y con sus movimientos hace que casi me salga, para luego dejar que la vuelva a llenar... y uno no es de piedra, justo al volverse para mirarme con esa sonrisa en la cara, nota como me vacío completamente dentro de ella.
Pero no tiene bastante, sin sentir piedad de mis gemidos de placer, quiere más. Se aparta, haciendo que me salga de su interior y rápidamente se arrodilla, coge mi miembro rojo y excitado y se pones a lamerlo, primero con avaricia y luego despacio, recreándose en la tarea. Acariciándolo tan lento que me vuelve loco y solo puedo gruñir. No soy capaz de articular palabra, ni de dejar de mirarla agarrándome a su pelo, mientras ella me miraba de esa manera tan especial.

Se levanta cuando considera que ya me ha torturado bastante. Veo como nuestras esencias corren juntas hacia abajo por sus muslos, sonríe con esa cara tan especial que solo yo tengo el privilegio de conocer. Y entonces la agarro del pelo, atraiéndola hacia mi y la beso con toda la pasión del mundo, como nunca mas he vuelto a besar a nadie...

De repente el autobús pega un frenazo brusco. Un camión que se ha saltado un semáforo casi nos enviste por la derecha y el conductor maldice en arameo. Los estudiantes se abrazan asustados, los obreros recogen las mochilas que se han caído al suelo y las abuelas, ya completamente despiertas se ponen a hablar con todos a la vez. Me había quedado dormido... soñando con el pasado.

[R] con la inestimable ayuda e inspiración de @alite01 ( web )

Agradecemos a Moisés Bello ( Moephisto ) su preciosa ilustración:
La chica del Bus ©   WebBlog


esaotra dijo Siempre leo tus relatos con la boca entreabierta y la imaginación encendida... Delicioso :)
 

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