Hay miradas que si tienes la suerte de verlas alguna vez en la vida
es muy difícil sacarlas de tu cabeza y, por muchos años que pasen,
seguirán tatuadas a fuego en tu cerebro. Esta mañana temprano, me ha
ocurrido algo increíble en el autobús. Nada mas subir he visto, sentada al fondo, a una chica alta y rubia
vestida con un abrigo negro debajo del cual se veía un vestido de un
hermoso color rojo a juego con la bufanda que le asomaba por el escote.
La he visto estirar el brazo para pulsar el timbre y bajar en la
siguiente parada. Me ha parecido que vestía demasiado elegante para esa
temprana hora de la mañana y he supuesto que venía de alguna fiesta
tardía. Su aspecto destacaba mucho entre todos los demás viajeros: dos
estudiantes haciendo manitas, 4 trabajadores con su mono azul absortos
en sus periódicos gratuitos, tres señoras mayores que dormitaban en sus
asientos y yo. He pensado que parecía una princesa perdida en medio de
la ciudad, abstraída como estaba mirando por la ventanilla del autobús,
perdida en no se sabe que lejanos pensamientos.
Al sentarme en la siguiente fila de asientos, no he podido evitar
quedarme mirándola y ella, como si lo supiera, ha girado la cabeza antes
de bajar. Me ha sonreído y me ha mirado con una mirada muy especial.
La misma que se quedó fijada en mi recuerdo en otro lugar, muchos años
atrás y se que no puedo, ni podré, quitarme nunca de mi cabeza aunque
quiera. Esa mirada, de nuevo, me ha vuelto a evocar todo lo que nos pasó
aquel verano junto al mar... me ha llevado en volandas hacia aquella
ultima tarde.
Ella había estado ejerciendo de mamá todo el día, despidiendo a los
niños que se marchaban de campamento, pero entre preparar mochilas y
bocadillos supo encontrar el tiempo justo para llamarme:
+ Buenas, buenas, buenas tardes. Estoy con los niños, pero no puedo
dejar de acordarme de tus besos que me dejaron un nudo en el estómago.
Deseo volver a abrazar tu cintura, posar mi cuerpo sobre el tuyo y con
mis labios humedecidos rozar levemente tu lengua. Aún puedo notar esa
dulce mano acariciando mis pechos, pequeños y erguidos. Parece ser que
tus caricias les gustan a mis pezones...
Ella me conocía muy bien y sabía que no podía resistir la tentación de jugar el juego de imaginarla.
- Donde y cuando - le contesté.
+ Dame un par de horas. En casa de Julia, están fuera de vacaciones y tengo las llaves - me dijo y colgó.
Llegué un poco antes de la hora convenida al portal y la esperé
sentado en un banco del jardín de enfrente. Ella llegó cinco minutos más
tarde, pero estaba preciosa con su vestido rojo y el pelo alborotado.
Me vio, abrió la puerta y, disimuladamente, me dejó entrar al portal.
Cuarto piso. El ascensor estrecho, las miradas implacables, devorándonos
con los ojos, expectantes ante la proximidad el uno del otro. Creo que
nunca ese ascensor albergó tanta pasión.
Abrió la puerta de la casa
de su amiga y entró primero, dejándome que la siguiera a esa nuestra
última oportunidad del verano para estar juntos... y entonces el tiempo
se detuvo para nosotros.
- Déjame que te quite la ropa -le digo bajito al oído - que me
refugie en tu cuello como un náufrago y que vaya bajando para
descubrirte a besos, como una isla inexplorada con todos sus caminos por
recorrer..
Un leve movimiento. Solo tengo que usar un dedo para empujar los
tirantes del vestido y la ligera tela roja cae al suelo. Me aparto un
poco para disfrutar de la visión de sus hermosos pechos y los beso
notando como se van erizando sus pezones. Mis manos la acarician
ansiosas y disfrutan de la suavidad de su piel y de su hermoso color
tostado. Puedo cogerlos enteros con mi mano y llevármelos a la boca.
Creo que les gusta que les colme de besos que los muerda con delicadeza
ejerciendo una suave presión con los dientes, para chuparlos lentamente
después y ella mientras tanto se deja hacer apoyándose en la pared. Voy
dejándome caer muy despacio, bajando a besos por su estómago, mientras
me sujeta la cabeza y me acaricia el pelo. Repartiendo pequeños
mordiscos aquí, algún lametón allá, ayudado por mis manos traviesas que
exploran ávidas su piel.
Bajo con mucha calma, hasta llegar al minúsculo encaje gris que
esconde su secreto mejor guardado. Llego hasta él y aprieto mi boca
contra la tela, usando mis manos y mis dientes para salvar ese ultimo
obstáculo y me sumerjo a pulmón en el deseo húmedo y urgente. Los
sonidos que salen de su garganta, me indican que he encontrado un
tesoro, pero dudo entre lamer o morder. Paro un instante, observo
sonriendo su cara y ella respirando agitada, me coge la cabeza mirándome
fijamente a los ojos y me ordena:
- Sigue cabrón!, sigue!.
Sonrío. En el fondo soy un buen chico y obedezco. Mi lengua la busca y
le gusta mucho lo que encuentra. A juzgar por como inclina la cadera y
baja el culo, a ella también. La forma en como me revuelve el pelo, cada
vez mas rápidamente y el color que ha adquirido su clítoris, me dice
que...
Un estremecimiento, se encoge. Tirones de pelo. Si, creo que ese
cambio en el sabor, en su sabor... es la señal de que mis atenciones le
han gustado. Entonces, sin avisar le doy la vuelta y cara a la pared
inclino su espalda y, aprovechando sus humedades, la penetro por detrás.
Lo deseaba, lo puedo ver en su expresión. La facilidad con la que he
entrado la delata, pero se ha querido dejar sorprender. Tiene que apoyar
las manos en la pared cuando entro hasta lo mas hondo de su alma y la
lleno con mi deseo excitado y duro. Empotrarla. Coger sus pechos y
ocupar mis manos apreciando el suave tacto de su piel y la dureza de sus
pezones. Jadea, con la boca abierta y en uno de los empujones de mis
caderas suelta un pequeño grito. No dejo que se distraiga y además de
llenarla por dentro, mis manos bajan por su estómago buscando de nuevo
el clítoris para colmar completamente su deseo... y el mío que solo
quiero hacerla disfrutar. A cada envite baja un poco mas el culo y me
nota mas y mas dentro. En pocos minutos ya no esta y tiene que apoyarse
bien firme en la pared para que las rodillas no la traicionen.
Maldice cuando, después de haberse corrido dos veces, todavía me nota
duro dentro de ella y empieza a mover el culo, despacio. Ahora quiere
tomar el mando y con sus movimientos hace que casi me salga, para luego
dejar que la vuelva a llenar... y uno no es de piedra, justo al volverse
para mirarme con esa sonrisa en la cara, nota como me vacío
completamente dentro de ella.
Pero no tiene bastante, sin sentir piedad de mis gemidos de placer,
quiere más. Se aparta, haciendo que me salga de su interior y
rápidamente se arrodilla, coge mi miembro rojo y excitado y se pones a
lamerlo, primero con avaricia y luego despacio, recreándose en la tarea.
Acariciándolo tan lento que me vuelve loco y solo puedo gruñir. No soy
capaz de articular palabra, ni de dejar de mirarla agarrándome a su
pelo, mientras ella me miraba de esa manera tan especial.
Se levanta cuando considera que ya me ha torturado bastante. Veo como
nuestras esencias corren juntas hacia abajo por sus muslos, sonríe con
esa cara tan especial que solo yo tengo el privilegio de conocer. Y
entonces la agarro del pelo, atraiéndola hacia mi y la beso con toda la
pasión del mundo, como nunca mas he vuelto a besar a nadie...
De repente el autobús pega un frenazo brusco. Un camión que se ha
saltado un semáforo casi nos enviste por la derecha y el conductor
maldice en arameo. Los estudiantes se abrazan asustados, los obreros
recogen las mochilas que se han caído al suelo y las abuelas, ya
completamente despiertas se ponen a hablar con todos a la vez. Me había
quedado dormido... soñando con el pasado.
[R] con la inestimable ayuda e inspiración de @alite01 ( web )
Agradecemos a Moisés Bello ( Moephisto ) su preciosa ilustración:
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