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viernes, 21 de noviembre de 2014

Cruzando las piernas

"Cuando veas a una mujer leyendo abstraída y observes cómo se muerde los labios, cruza y aprieta sus piernas, se revuelve inquieta en su asiento o respira de forma agitada... seguro que su imaginación, sus sueños más húmedos y secretos, están volando directamente hacia su clítoris, excitándolo y haciendo que pueda llegar a tener un orgasmo, sin que nadie la toque"

Y tras decirme esto muy seria, mi amiga Sofía: una pelirroja despampanante de las que hacen que vuelvas la cabeza cuando pasan a tu lado, dejó su cerveza suavemente en la mesa, cruzó sus larguísimas piernas y me sonrió dulcemente.
- Tú eres un chico observador, de los que seguro, se dan cuenta de eso... - Me dijo guiñando un ojo.

Sus palabras resuenan ahora en mis oídos en este vagón, casi vacío, de un tren nocturno que me lleva de vuelta tras un agotador día de trabajo, porque, casualmente, dos filas de asientos por delante, frente a mí, hay una mujer que me las ha recordado... Alta, pelirroja y muy atractiva. Lleva un vestido azul oscuro, abotonado por delante y el pelo recogido en una coleta alta. Desde que el tren se ha puesto en marcha no ha dejado de mirar su móvil... y no ha parado de sonreír... Quizá haya sido ese gesto casi imperceptible de frotarse una pierna contra la otra lentamente, lo que ha llamado mi atención. Desde donde estoy puedo oír el suave crepitar de sus medias de rejilla y el roce que produce la tela contra su cuerpo al moverse inquieta y me he puesto a fantasear sobre lo que podría estar leyendo, al recordar las palabras de Sofía...

¿Con quién estaría hablando?, ¿Qué o quién le esta haciendo sonreír? Parece una conversación íntima... Una luz especial brilla en su rostro y cambia de postura en el asiento: jugando con su pelo, cerrando los ojos... Todos estos indicadores han disparado mi imaginación... ¿Qué podría decirle a una mujer como ella, para lograr iluminar su cara con esa alegría tan particular?... ¿Quizá podría empezar alabando su vestido?... 

El ruido monótono del tren, mi cansancio, me colocan en un estado mental idóneo para dejarme llevar por las alas de la fantasía. Cierro los ojos y la imagino leyendo y contestándome:
- ¿Sabes que me ha gustado ese vestido que llevas puesto? ¿Que no te he quitado ojo desde que has subido al tren? Abotonado por delante, que siempre implica mucho peligro, con ese tejido tan fresco y ligero... Nunca sabes si un botón más o menos es casualidad o una trampa. Quizá haya botones que no se abrochan adrede, y en un falso movimiento puede que dejen al descubierto algo inoportuno. A lo mejor un poco más de ese escote tan apetecible.
- Esas sombras casuales e inocentes... ¡O no! - imagino que contestas, mientras veo, desde mi asiento, como introduces la mano en tu escote y acaricias lentamente esa piel tan suave, desde tu pecho hasta el hombro. Gracias a ese movimiento puedo ver el color azul oscuro del tirante de tu sujetador.
- El vértigo de un calado, un inocente tirante que se deja ver... - te digo, atrevido.
- Inocente solo cuando no se sabe observado. Hay sombras que tienen vida propia - contestas mientras veo cómo te quitas los zapatos...
- Y sobre todo, la tensión que la gravedad provoca. Dejando ese hueco entre el tirante y la piel. Un espacio delicado y delicioso. Justo los centímetros necesarios para que mi dedo índice no tenga problemas para apartar la fina tira de suave tela, dejando tu hombro al descubierto...
- Irremediablemente el otro tirante debería caer. ¿No? Pero es complicado con el vestido puesto... - apuntas.
- Quizá un botón desabrochado casualmente ayudaría, dejando despejado el camino del deseo. Desde tu cuello a la profundidad de tu escote: el mejor lugar que se me ocurre donde bucear a pulmón...
- Mis pulmones empiezan a coger aire sin mesura, al ritmo de las mariposas que se me han colado dentro. - contestas acariciándote la nuca, jugando con tu pelo. Desde mi asiento observo cómo se acelera tu respiración. - ¿Tan fuerte es tu imaginación que ni siquiera ves mis ojos brillar? ¿Qué harías si te encontraras delante de esas sombras?... ¡Cuéntame! Quiero saber qué harías, o mejor, que me cuentes qué serías capaz de hacer. El viaje es largo, no te preocupes, tenemos tiempo - me provocas sonriendo de lado, mientras observo cómo cruzas las piernas otra vez.
- Imagino que nos encontramos, casualmente, en la plataforma del tren y sin necesidad de hablar, aprovechando el estrecho pasillo, mi mano se cuela intrépida, por debajo de tu pelo acariciando tu cuello y mis labios recorren decididos, el camino sin retorno hacia los tuyos. Fantaseo con que soy capaz de fabricarnos ese instante mágico y eterno, en el que me detengo delante de tus mariposas, las miro despacio a los ojos y te arranco los miedos a besos...
- Menos mal que la pared está cerca...- me dices, esperando más - tus besos consiguen quitarme los miedos y desequilibran mi centro de gravedad. Siento ese olor a deseo, tan característico...
- Tus manos buscan mi cabeza - sigo - Mis labios, bebiéndose tus urgencias. La danza de las lenguas silenciosas, gritando el deseo. Mi cuerpo pegado al tuyo proclama las ganas de explorar, no solo los cajones evidentes, sino hasta el último rincón de tu existencia... - te escribiría mientras te veo revolverte, nerviosa, sobre el asiento mientras me lees - Y tú notas mi urgencia animal a través de la fina tela y levantas una pierna, atrapándome en tu red de piel y saliva. Me pegas a ti, quieres sentir mi peso sobre tu cuerpo, mi calor en tu piel, notar mis manos subiendo lentamente la tela de tu falda, buscando tu calor más húmedo y exigente.
- Es ahora cuando mis dedos se pasean desde tu boca a los botones de tu camisa, quieren empezar a enredarse con el vello de tu pecho - me escribes, visiblemente excitada - te rodeo con mi pierna, decidida a sentir el calor de tu epicentro y mientras ,acelerada, desabrocho esos botones.
- Acaricio tus muslos suaves, pregoneros de la dulzura de tu sexo. Aparto, delicado, la tela mojada de tu ropa interior y rozo, con mis dedos apenas, los labios de tu sur ardiente. Observo tu cara, tienes que tomar aire y puedo percibir como un escalofrío recorre tu espalda. Tengo que cogerte por la cintura cuando empiezo a entrar sin contemplaciones, con mis dedos, dentro de ti...
- Siento mi humedad como un reclamo para tu excitación - escribes mientras veo como juntas tus piernas.
- Abres la boca buscando aire cuando rozo tu botón del placer. Imagino tu clítoris excitado, mientras tus dientes buscan mi cuello para morder. "Cabrón" me susurras al oído mientras me muerdes...
- Flaqueo pero tengo que mover mi cadera para que profundices sin piedad. Me recorre un pinchazo con tu embiste. - escribes visiblemente excitada. Los ojos brillantes, tensa, respirando cada vez más rápido.
- Dentro, fuera... Uno, dos dedos mojados. Completamente empapados por tu excitación, el deseo brilla en tus ojos. Te apartas para que pueda observarte a placer, acomodas el culo contra la pared y abres un poco más las piernas...
- Y yo me derramo esperando que liberes la tensión. ¿A qué esperas? Mis rodillas ya se mueven sin orden. Soy toda tuya.
- Respiras agitada, y te agarras a mi cuando empiezo a acariciar tu clítoris. Lo noto excitado, muy sensible. Con cada caricia se te escapa un gemido... Estás completamente mojada, me faltan manos para satisfacerte. Mantengo el ritmo, mientras te atrapo la pierna libre entre las mías y te acaricio, cada vez mas deprisa... Tus pupilas se dilatan, tu respiración se acelera cada vez más. Los pezones te duelen de soportar tanta excitación...
- Voy a llegar al éxtasis, voy a correrme en tus manos, pero también necesito probarte - me dices mientras tus piernas se encogen involuntariamente - Deseo sentir la mezcla de nuestro sabor.
- Las damas primero - susurro sin dejar de acariciarte - Y muerdo tu cuello y tu oreja. Me gritas: "No pares ahora". El ritmo sostenido, empieza a hacer temblar tus rodillas y los gemidos te nacen de muy adentro. Inclinas la cabeza hacia detrás y sueltas un grito que no has podido contener. Repaso tu cuello con la punta de la lengua, mientras los espasmos de tu orgasmo atrapan mis dedos dentro de tu sexo... Caliente, mojado, suave... Tan suave... cada leve movimiento de mi mano es un escalofrío. Sujetas mi mano para que pare, pero dejándome atrapado para notarme dentro de ti.
- Mis paredes interiores te aprietan - es evidente que casi no puedes escribir - La humedad te permitiría resbalar sin problema mientras mis piernas siguen temblando al ritmo de mi interior. Mi pierna cae y con ella me apoyo para ver el brillo del deseo en tus ojos mientras los espasmos siguen sucediéndose, mientras me corro en tus manos.
- Necesitas unos segundos para recuperar el ritmo de tu respiración. Y cuando al fin me miras saco despacio los dos dedos y lentamente los meto en mi boca saboreándote... ¡Que maravilla!
- ¿Ves?... ahora ya has provocado mi sed. - Me retas, a la vez que te observo como repasas tus propios labios con tu lengua con ese movimiento tan sexy.
- Me encanta provocar... Cosas... - te contesto desafiante.
- No puedo dejar de mirarte mientras me arrodillo despacio delante de ti, observando tus ojo. Abro el cinturón y bajo la cremallera. Acaricio con los labios y con la mano tu sexo, todavía prisionero, notando su tamaño y sus ganas de salir. Me veo reflejada en el lascivo brillo de tus ojos excitados y te susurro, provocadora: "Voy a acercar mi lengua y quiero jugar a moverla en círculos por tu punta, con suavidad. ¿Quieres?" - me preguntas sonriendo con picardía, mientras dejas salir de su prisión a mi sexo duro y expectante.
- Despacio, me encanta... - acierto a decirte, porque es todo un reto mantenerte esa mirada.
- Voy a jugar pasando la lengua sobre esa piel, tan delicada, mientras tú me agarras el pelo para no dejar de mirarnos. Necesito chuparte. - Me vas describiendo lo que piensas hacer, sabedora de que ese juego dialéctico solo hace que aumentar considerablemente mi excitación. Mi polla está dura y desafiante delante de tu boca.
- Ahora soy yo el que necesita apoyarse contra la pared, al notar como tu boca me atrapa sin tener piedad - te digo mientras siento tus dientes, tu lengua, recorriendo mi sexo. Atrapado entre tu lengua y la pared, solo puedo observar como tu boca, comienza a chuparme sin dejar que la lengua se aparte del glande - Estoy a tu merced. Confieso. - te observo mientras escribes y juraría que estás teniendo otro orgasmo... has encogido otra vez las piernas y un escalofrío ha recorrido todo tu cuerpo, supongo que al imaginarte interpretando la escena.
- Me cuesta respirar, me llenas y siento tu deseo, grande y duro, palpitando en el interior de mi boca. Agarro con mi dedo anular y pulgar la base. Aprieto. Y succiono a la vez.
- Recojo tu pelo, lo atrapo en mi mano... Te acaricio la nuca... Noto como me estas devorando y me encanta... Ohhh esa bendita presión.
- Me gusta sentir tu calor, tu dureza en mi boca - escribes sonriendo.
- Estoy tan excitado... - te confieso.
- Tú me tiras del pelo al sentir la presión de mi boca, quieres verme la cara. Quieres observar como te como sin ningún pudor, devorándote entero.
- Estiro de tu pelo. Te miro a los ojos... Y te digo: ¡quiero follarte! Quiero llenarte entera, quiero estar dentro de ti - los dedos vuelan solos en el teclado y noto cómo mi sexo está tan excitado que bastaría un roce para que estallara... el juego está jugando conmigo también...
- Sin embargo yo quiero que te desbordes en mi boca, Te permito cualquier lugar entre mis piernas para tu descarga, tus empujes, tu deseo, pero después. Y mientras empiezo a tocarme el clítoris, sabiéndote a punto, te miro y te pido: Yo te dejo mi boca. Me gustaría sentir como arde mi garganta con todo tu calor.
- Tu deseo me gusta, me excita... Y en el último instante me dejo llevar y vuelves a apoderarte de mí... está bien, me encanta tu boca... - acierto a susurrar casi sin aire.
- Noto tus gemidos. Voy a redoblar mis ataques. Mis mandíbulas ansiosas. Mi mano se mueve girando y mi cabeza sube y baja...
- Tengo todos los gemidos del mundo preparados para ti. Me vuelve loco ese brillo de puro deseo animal en tu mirada... - soy incapaz de hablar, solo puedo agarrar tu pelo y gemir de placer.
- Mientras mi lengua sigue saboreando tu suavidad. Forcejeo con tu erección hasta que consigo que pase al fondo.
- Me excita verme desparecer dentro de ti... - abro asombrado los ojos.
- Y es ahí cuando, notando la fiebre del deseo y el movimiento de mis dedos sobre mi clítoris, deseas tomar por la fuerza mi orgasmo. Quieres hacerlo tuyo. Mueves fuerte, pero sin prisa, tu cadera para notar mi garganta atrapando tu polla. Sentir como mis labios se ajustan presionándola con fuerza mientras me penetras.
- El roce de tu lengua, tus dientes, notar como está toda dentro de ti... Me excita, estoy a punto y lo ves... Un movimiento mas y... Ohhhh... jodeeeeeeerrrrrrrrr...
- Estoy tragando a ritmo de espasmos. Apretando mis piernas.
- Me tengo que sujetar a la pared, mientras con una serie de espasmos incontrolados, me derrito en tu boca

Un respiro. Necesito un respiro y tú también... te atusas el pelo, dejas el móvil en el asiento... miras a tu alrededor, pero, afortunadamente, no puedes verme... Te vuelves a atusar la melena, humedeces tus labios y cruzas tus piernas por enésima vez.
- Necesito un minuto para recobrar el aliento. Mientras las últimas gotas resbalan perezosas por mi muslo, te miro desde arriba y estiro de tu brazo para levantarte.
- De pie delante de mí, me susurras al oído juguetona: "Esto te pasa porque dejaste caer mi tirante".
- Sonrío y te beso. Suave, pero firme. Apretando mi cuerpo contra el tuyo, bebiéndome tu calor. Oliendo tú deseo de mujer.
- Yo, mientras, acomodo tu sexo con cariño dentro del tejido que lo recubría. Te beso el cuello y te muestro el tirante en cuestión: Nunca un trozo de tela tan inocente provoco tal incendio... - me dices sonriendo satisfecha.
- El deseo está en la mirada - te contesto. Apenas sin fuerzas para escribir - en las ganas de jugar... El tirante es la excusa...Bonita, pero excusa...
- También tienes razón. ¡Benditos juegos!
- ¡Amén!

Un golpe brusco me despierta. Estamos entrando en la ciudad y me había quedado dormido. Enfrente de mí, al fondo del vagón, la mujer pelirroja tiene los ojos cerrados y la cabeza apoyada contra el cristal, las manos entre las piernas y un rubor pintado en sus mejillas... No puedo dejar de pensar en las palabras de mi amiga... ¿y si, no ha sido todo un sueño?

Al llegar a destino he levantado la vista y nuestras miradas se han cruzado un instante y, como si ella hubiera sido capaz de leer mis pensamientos, me ha regalado una hermosa sonrisa, justo antes de alisarse la falda y bajar del tren.


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Los viajes en tren son propicios para encuentros interesantes. Viajar abre la mente y los poros de la piel están más predispuestos a absorber sensaciones nuevas. Todas estas que os acabamos de contar nacieron en un viaje imaginario de un tren entre las nubes que nos llevó a Recapitulandodesdeayer y a un servidor muy, muy lejos...

Las letras siempre ganan intensidad y significado, si se acompañan de buenas imágenes,  como las que nos ofrece Toni Gutierrez en su Flickr.



(Gracias por la preciosa imagen que compaña este cuento)


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