¿Truco o trato?
¿Blanco o negro?
¿Carne o pescado?
¿Arriba o abajo?
¿Blanco o negro?
¿Carne o pescado?
¿Arriba o abajo?
Siempre decidiendo…
¿Pagas tú o pago yo?… ¿Que pasaría si pagamos los dos, cada uno su parte, y salimos del restaurante a la vez?
Nada. Porque somos dos seres humanos exactamente iguales.
Nada. Porque somos dos seres humanos exactamente iguales.
¿Estamos de acuerdo en que es lo mismo que seas tu hombre y
yo mujer?. O al revés. Da igual que, a la hora de llegar al coche, no
importa quien conduce. El otro sabe que cuenta con la ventaja de tener
las manos libres. Y sabemos que no importa porque saldremos del garaje
con esas manos entrelazadas y ya no se podrá distinguir de quien es cada
dedo.
¿Y que más da?
¿Acaso importa quien besa a quien? ¿Que labio muerde al
otro? ¿De quien es la mano que busca bajo la tela el calor del otro
cuerpo? ¿Acaso no son iguales la ganas de las cuatro?
Las llaves. ¿La tuyas o las mías? No importa.
Caen al suelo a la vez, justo al otro lado de la puerta, al igual que
las chaquetas. No hay tiempo para buscar el perchero. Los zapatos salen
despedidos de igual forma. La ropa interior, desaparece como por arte de
magia y de la habilidad de nuestros dedos emocionados… No importa quien
empezó, este juego. Todos somos iguales, seguimos las mismas reglas no
escritas… Hasta que llega este momento… Espera. Ahora si.
Un segundo. De pie, desnudos a los pies de la cama, me
separo un instante, para distinguir por última vez, tu piel de la mía y
te observo, muy despacio.
Te devoro con mi mirada más seria, con esa que tanto te
gusta. Sabes que es mi truco infalible para que haya trato entre
nosotros, al menos, hasta mañana.
Puedes seguir a @netbookk en Twitter - Publicado el pasado 10/09/2015 en De Krakens y Sirenas
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