5
Caricias
Al sentir de nuevo sus manos sobre mi piel, me crispé. Me
parecieron cosquillas, pero la humedad que fluía por mis piernas delataba otra
cosa.
La postura tampoco ayudaba: con las piernas separadas, la falda recogida sobre los muslos, y esa brisa insolente que se empeñaba en recordarme lo excitada que estaba.
La postura tampoco ayudaba: con las piernas separadas, la falda recogida sobre los muslos, y esa brisa insolente que se empeñaba en recordarme lo excitada que estaba.
-Relájate- me dijo, acariciándome -desliza tus dedos suavemente...,
nótalo dentro, déjalo fluir...
Y fluyó. Y estalló.
Y contraje mi cuerpo, enmascarando mi placer en una mueca de paroxismo casi bíblico.
Y él, inocente, creyó que por fin disfrutaba de Vivaldi y de sus clases de violonchelo...
Y contraje mi cuerpo, enmascarando mi placer en una mueca de paroxismo casi bíblico.
Y él, inocente, creyó que por fin disfrutaba de Vivaldi y de sus clases de violonchelo...
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